¿Qué es una unidad sin nadie que los lidere?, para eso están los cabos de escuadra, para transmitir las órdenes de los mandos y hacerlas cumplir entre la tropa.
La historia de la Legión, señala oficialmente como primera baja legionaria en combate la de Baltasar Queija de Vega, producida el 7 de enero de 1921. Aquí se mezcla el mito, con los hechos reales que conformaron un ideario colectivo de este cuerpo, la copla "El novio de la muerte", inspirada en la muerte de este legionario. Pero, ¿qué sabemos sobre él?.
Por sus familiares, sabemos que nació en Minas de Riotinto, localidad de Huelva en marzo de 1900. Con 14 años entró a trabajar en la compañía minera inglesa Rio Tinto Company Limited, durante cinco años, pasaría por diferentes departamentos, desempeñando labores como mozo de almacén, aprendiz de albañil, pinche de cocina, etc... . Según consta en su expediente, desempeñó satisfactoriamente todos los puesto designados y los diferentes cambios, serían solicitados por el mismo, por tratarse de una persona de natural inquieto. En 1919 solicitaría la baja en la empresa para trasladarse a Santa Cruz de Tenerife, donde había encontrado trabajo como camarero. A partir de aquí comienza a forjarse el mito, afirman que los motivos que pudieron empujarle a tomar un giro tan brusco en su vida, pudo deberse por un lado, para huir de las duras condiciones de trabajo en la mina y por otro, querer poner tierra de por medio, tras sufrir un doloroso desengaño amoroso. Su intención era juntar algo de dinero en Tenerife, para desde allí, dar el salto y "hacer las Américas".

En Octubre de 1920, estando ya en Tenerife, se topó con un cartel, que llamaba a alistarse en La Legión. Ofrecían una prima de enganche, un buen estipendio, así como comida sana y abundante. Las 700 pesetas de enganche, era un reclamo poderoso, para gente con pocos recursos y Baltasar, decidió firmar. Tuvi que desplazarse hasta Algeciras y desde allí embarcar rumbo a áfrica, donde sería enmarcado en la Sexta Compañía de Ametralladoras de la segunda Bandera, que estaban equipadas con las Hotchkiss de 7 mm, que tan buenos frutos dieron en estas unidades y de las que ya hablamos en entradas anteriores.
Sea como fuera, quedó prendado de las palabras del fundador de La Legión: "¡Venís a morir!. La Legión os abre sus puertas, os ofrece olvido, honor y gloria. Podéis ganar galones y alcanzar estrellas, (en relación a la insignia que representa el ascenso a la oficialidad, que se podía alcanzar por mérito de guerra). A cambio lo tenéis que dar todo sin pedir nada. Los sacrificios han de ser constantes y los puestos más duros y de mayor peligro serán para vosotros. Combatiréis siempre y moriréis mucho. ¡Caballeros legionarios!. ¡Viva el Tercio1. ¡Viva la muerte!.
Queija pasó las primeras semanas en el entorno de Ceuta, junto al resto de sus compañeros, los primeros en alistarse en La Legión. Allí se dedicaron a realizar extenuantes marchas, con las que se pretendía poner en forma a los nuevos reclutas y prepararles para la dureza del combate y las marchas. El 1 de enero de 1921, fueron destinados a Beni Hassan, desde ese mismo día comienzan las patrullas en las inmediaciones del zoco de Arbaa, en Tetuan, dando apoyo a los convoyes, realizando acciones de escolta y vigilancia o efectuando reconocimientos. Es en aquellas jornadas, cuando compañeros suyos, aseguran que recibió una carta con un noticia desgarradora, el fallecimiento de un antiguo amor. Sería en ese trance, cuando garabateó a mano unos versos en un trozo de papel:
"Somos los extranjeros legionarios, El Tercio de hombres voluntarios, que por España vienen a luchar".
El 7 de enero de 1921, se organiza una escuadra para realizar la aguada diaria. Una salida que realizaba una unidad, abandonando las defensas establecidas, para poder acudir a por agua, para el resto de sus compañeros. Le toca a una pequeña escuadra de la sexta compañía, entre los que se encontraba Queija. La salida se realizó durante la noche, para entorpecer los intentos de ataque que pudieran realizar los rifeños. En torno a las 23, se produce un pequeño tiroteo, en el que cae herido Baltasar, que a pesar de todo, se sostendrá en pie y hará frente a un ataque cuerpo a cuerpo, del que saldrá nuevamente malparado con varias cuchilladas, al no querer soltar su fusil, para que se lo lleven los rifeños. Se piensa que el ataque tenía como objetivo, hacerse con las armas y municiones que los legionarios portaban. Sus compañeros aún lo encuentran con vida y lo llevan hasta el puesto, donde más tarde fallecería.
Cuando sus compañeros revisan sus pertenencias, localizan en los bolsillos de su camisa, el trozo de papel, con los versos que él garabateó. Algo que no se puede corroborar oficialmente y que vuelve a entrar dentro de la mística de los inicios de esta unidad.
Al tratarse de la primera baja de La Legión, la noticia fue rápidamente comunicada a Millán Astray, fundador de la misma. Qué al enterarse de las circunstancias de su muerte, el detalle de la carta recibida y los versos supuestamente manuscritos por Queija, no dudó en calificarlo como poeta, sobrenombre que conserva a día de hoy en el imaginario legionario, "el Poeta". Difundiendo la noticia y esa idea de fatalidad y romanticismo, dedicó unas palabras al caído, que difundió entre la prensa y tuvieron eco en la prensa escrita:
"Fieles al juramento, al lema legionario y al honor militar, cuando llegó la hora del sacrificio supremo, lo consumó con heroico desprendimiento. Su bandera es ya gloriosa, sus hazañas de todos conocidas. ¡Salve, legionario que diste la vida por España!. Todos se descubren respetuosos ante tu inmortal recuerdo. Baltasar Queija de la Vega, infantil poeta, el primer legionario muerto en combate. era un niño de inteligente mirada y espontánea presteza. Hizo los versos de todos conocidos, de exaltada pasión y espíritu guerrero. Fue el trovador de la segunda bandera y cantó, como el cisne, para luego morir"
No se descarta que su muerte fuera adornada con pequeños toques, para darle más épica a su trágico final. Lo que es innegable, es que se trató del primer legionario caído en combate y que a raíz de las noticias difundidas en prensa y los versos atribuidos a él, Baltasar Queija de Vega, formaría parte del imaginario colectivo de La Legión y daría lugar a la popular copla escrita por Fidel Prado y cantada por Lola Montes, "El novio de la muerte", qué rápidamente fue adoptada por La Legión. Y aunque no es su himno oficial, es seguramente el más conocido por el público general.
"El novio de la muerte"
Nadie en el Tercio sabía, quien era aquel legionario tan audaz y
temerario que en la Legión se alistó.
Nadie sabía su Historia, más la Legión suponía que un gran dolor le
mordía como un lobo el corazón.
Más si alguno le preguntaba, con dolor y rudeza le
contestaba:
Soy un hombre a quien la suerte hirió con zarpa de fiera; soy un novio de la muerte que va a unirse en lazo fuerte con tal leal compañera.
Cuando más rudo era el fuego y la pelea más fiera, defendiendo a su
Bandera el Legionario avanzó.
Y sin temer al empuje del enemigo exaltado, supo morir como un
bravo, y la Enseña rescató.
Y al regar con su sangre la tierra ardiente murmuró el Legionario
con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte hirió con zarpa de fiera; soy un novio de la muerte que va a unirse en lazo fuerte con tal leal compañera.
Cuando al fin le recogieron, entre su pecho encontraron una carta y
un retrato de una divina mujer.
Y aquella carta decía: "...si dios un día te lama, para mi un puesto
reclama, que a buscarte pronto iré"
Y en el último beso que le enviaba, su postrer despedida le
consagraba:
Por ir a tu lado a verte, mi más leal compañera, me hice novio de la
muerte, la estreché con lazo fuerte y su amor fue mi Bandera
Buena caza y largas lunas.
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