Zabuto. Cazarrecompesa de Necromunda.

Continuando con las serie de entradas que estoy haciendo sobre Necromunda, os traigo la de otro mercenario que pinté. Ésta es quizá la espada de alquiler que más me ha gustado de la primera hornada que lanzaron. No se explicar por qué, ya que no tiene una postura dinámica, ni el modelado dice mucho, pero ese aire misterioso que emana, es el que me ganó.

"Cuando Zabuto vio entrar a Un Ojo por la puerta de la cantina de la Hermandad, su primer impulso fue el de desenfundar su pistola automática y llenarle el cuerpo de plomo. Él era un maldito profesional y por eso no exteriorizó la rabia que recorría su cuerpo. Lo único que podría haberle delatado era su mirada, por suerte llevaba aquella aparatosa máscara que ocultaba su cara, sin ella no sobreviviría más allá de unos minutos, lo que para otros sería una maldición, para él era una bendición. Así no tenía que respirar el mismo aire que aquel montón de bastardos.

Las normas de la Hermandad eran muy claras, no estaban permitidos los ajustes de cuentas entre los miembros de la Hermandad. No al menos sin autorización de los Regentes de la Hermandad, aquel grupo de vejestorios avariciosos e indolentes, que un día fueron Cazarrecompensas y ahora se dedicaban a llenarse los bolsillos a costa de los contratos que otros ejecutaban.

Estaba convencido de que aquel malnacido de Un Ojo había sido el que le dio el soplo a los Martilladores de Zaek, de la casa Goliath, de la implicación de Zabuto en aquel trabajito que les aligeró de aquel cargamento de armas que estaban esperando recepcionar. Eso casi le cuesta la vida y ya iba siendo hora de que se la devolviera a aquel gonorrea.
Él no utilizaría ningún subterfugio, la subcolmena era lo suficientemente amplia y llena de lóbregos y oscuros rincones en los que ajustar deudas.

A la mierda con las jodidas reglas de la Hermandad. Nadie que se precie puede vivir bajo la misma cúpula que el malnacido que ha tratado de matarle".

Buena caza y largas lunas.