Monday, October 31, 2022

Nuevos rifeños a pie. Benítez y la defensa de Igueriben.

Seguimos con la escalada de miniaturas, para avanzar en el reclutamiento de la Harka, ahora añadimos una nueva unidad unidad de infantería. Como os comenté en entradas anteriores, cada unidad está compuesta por 6 fusileros, un mando y la posibilidad de añadir un granadero. De momento, aquí os presento los seis fusileros, en próximas tandas de pintura, quiero ponerme con los blister de granaderos y mandos, para poder completar estas unidades de infantería.

Como podéis ver, continúo tratando de reforzar el aspecto heterogéneo de estas unidades, mezclando colores y haciéndolas bastante llamativas.

Quisiera aprovechar esta entrada, para continuar avanzando en la cronología de la serie de hechos que se darían en conocer como el Desastre de Annual. En esta ocasión, hablaré de la defensa de Igueriben.

Igueriben era una posición en altura que se ocupó el 7 de junio de 1921, al sur del campamento de Annual, en respuesta a la pérdida de Abarrán. Se trata de una posición estratégica que presentaba un gran problema logístico, carecía de agua cerca y había que realizar un peligroso periplo para conseguirla, a través de zonas de barrancos, perfectas para que tropas enemigas se emboscaran. Para complicar aún más la situación, había una loma colindante, la Loma de los Árboles, desde la que era posible dominar y hostigar Igueriben.


El coronel Morales, jefe de la policía indígena, mandó la columna de ocupación, conformada por una batería de montaña conformada por 33 hombres y 4 piezas Schneider 75 mm, la segunda y cuarta compañía del regimiento Ceriñola 42, compuesta por unos 300 hombres, una sección de ametralladoras conformada por 16 hombres y una estación óptima compuesta por tres hombres. Aproximadamente 350 hombres que quedaron al cargo de Julio Benitez Benitez, que se incorporó unos días más tarde a la posición, tras recuperarse de las heridas sufridas en la defensa de Sidi Dris el día 2 de junio.

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El 14 de junio, la posición sufrió los primeros ataques, durante 9 horas, fue atacada de forma intermitente y el asalto pudo ser rechazado gracias al fuego de fusilería. Tras esa primera escaramuza inicial, sobrevino un periodo de calma y no sería hasta primeros de julio, cuando la posición volvió a ser hostigada. En principio se trataba de acciones aisladas, pequeños amagos y fintas, para recordar a los hombres de la posición, que estaban en territorio enemigos. Todas esas acciones se saldaron sin ningún tipo de bajas para las tropas españolas, ya que permanecían parapetadas tras los sacos terreros y alambradas. El 14 de julio la acción se recrudeció y volvieron a sufrir un ataque intermitente durante nueve horas.

Primer día de Asedio, 17 de julio 1921:

Abd el-Krim, lanzó ese día el primer asalto serio contra la posición, su intención era cortar las comunicaciones con Izzumar, desde donde los españoles recibían la aguada y el aprovisionamiento. El ataque fue frontal y muy violento, durando el tiroteo todo el día, causando los primeros heridos y muertos entre las tropas españolas. Desde Annual se observa el movimiento de tropas enemigas y se envía una columna de hombres, al mando de Tte Coronel Pedro Marina, del Regimiento Ceriñola, para ayudar a aliviar la posición, la columna estaba formada por un tabor de regulares, tres compañías de fusiles del Ceriñola y una batería montada. La columna ataca el flanco derecho rifeño y hace que las tropas enemigas se retiren. Es entonces cuando se ordena a la columna de aprovisionamiento avanzar a Igueriben, pero éste es hostigado todo el camino con fuego irregular de fusilería. Pequeños grupos de rifeños, aparecían de la nada, realizaban unas pocas descargas de fusilería y volvían a desaparecer en el terreno.

La columna de aprovisionamiento estaba al mando del comandante D. Juan Romero López y formada por:

  • 10 mulos cargados con cubas de aguas.
  • 12 mulos cargados con víveres.
  • 41 mulos con cargas de municiones: 336 granadas de metralla de 75 mm, 36 granadas rompedoras, 176 granadas ordinarias, una caga de botes de metralla y 10 cajas de cartuchos de fusil.
  • 4 mulos cargados con artolas para transportar heridos.

La protección de la misma se encomendó a un escuadrón de regulares, al mando del teniente de caballería Joaquín Cebollino von Lindeman. Nada más partir la columna, un tirador rifeño disparó sobre el comandante Romero, que cayó herido. La columna continuó el avance, cada vez mas hostigados por fuego de fusilería. Los Regulares se vieron obligados a cargar varias veces para asegurar la progresión. El fuego de los rifeños sobre hombres y mulos era continuo, obligando al convoy a estirarse y a hacer fuego de protección por descargas. El teniente von Lindeman volvió a cargar contra la masa de rifeños para tratar de asegurar la llegada del convoy a la posición, siendo el primero en llegar a la misma. Allí ayudado de algunos soldados, abrió la puerta de la alambrada y quitó los sacos terreros que obstruían la entrada. Su avance fué protegido por dos ametralladoras que el teniente D. Alfonso Galán Arrabal sacó fuera de la posición de Igueriben y que emplazó en unas alturas próximas, enfilando de flanco a los rifeños.


Mientras tanto, el teniente de artillería Nougués, encargado junto a un grupo de artilleros, de asegurar el suministro de municiones de artillería,había caído al suelo al resultar muerto su caballo. Sin desanimarse, pistola en mano, se puso al frente del convoy e hizo que llegasen a la posición. Al percatarse de que varias cargas de munición habían caído pendiente abajo al ser abatidos sus mulos, el teniente Nougués y sus artilleros se lanzaron a recogerlas, consiguiendo introducirlas en la posición, donde son recibidos con vítores. En esta acción 8 artilleros resultaron heridos.

Despues de dejar en la posición a las acémilas, a sus conductores (31 soldados de intendencia) y al teniente Nougues con sus artilleros (menos un herido que consiguió ser evacuado en artola hasta Annual), el escuadrón de Regulares regresó a Annual tras romper de nuevo el cerco enemigo a la larga y recogiendo a su paso todas sus bajas habidas en el combate (cinco muertos, nueve herdios y dos contusos). Tal acción le valió al teniente von Lindeman la concesión de la Laureada el 1 de agosto de 1927.

Las bajas totales españolas en este combate fueron 17 muertos y 55 heridos. Entre los muertos estaba el teniente Ledesma, del Rgto. Melilla núm. 59.

El agua que habían traido se había derramado casi en su totalidad por estar las cubas muy agujereadas. A partir de este día los defensores que quedaron sin agua y se vieron forzados a chupar mondas de patatas machacadas y a beber el líquido de los botes de tomates y pimientos, agua de colonia, tinta y orines mezclados con azúcar.

Segundo día de asedio, 18 de julio de 1921:            

Los ataques continuaron durante toda la noche y la madrugada, logrando llegar los rifeños a la zona de alambradas, donde fueron rechazados con descargas cerradas de fusilería, granadas de mano, ráfagas de ametralladora y cargas de bayoneta. Los artilleros dispararon con la espoleta graduada a cero. Las bajas españolas fueron tres muertos y tres heridos.

Víctimas de este ataque nocturno fueron los mulos del convoy de aprovisionamiento. Atrapados entre la alambrada y el parapeto, asustados y heridos, muchos de ellos se desplomaron sobre la alambrada y la destrozaron en gran parte. Los españoles tuvieron que rematar a los supervivientes para que los destrozos no aumentasen. Por la tarde sus cuerpos se hincharon con el calor (55 grados) y estallaron, lo que añadió otra pesadilla a los defensores, que vomitaban por el pestilente olor de los destrozados cuerpos de los mulos.

Al despuntar el día los rifeños trataron de cortar por segunda vez el camino a Izumar haciendo una trinchera, pero una compañía de ingenieros de Annual la reparó a toda prisa. La aviación española en Melilla envió dos aparatos, cuyas bombas ni asustaron a los rifeños. En Annual cundía la alarma, pues alrededor del mediodía se dieron cuenta que se iban a quedar sin municiones de artillería. Mientras tanto, se pasaron el resto del día preparando otro convoy de aprovisionamiento.

En Igueriben la posición siguió sufriendo un violento fuego de fusilería. El ataque enemigo fue más intenso en el sector este, donde los rifeños podían acercarse a cubierto de unso peñascos. Los rifeños comenzaron a disparar con un cañón, seguramente uno de los tomados en Abarrán, si bien al principio su puntería no era buena, por la tarde consiguieron producir bajas entre la tropa. El fuego se intensificó cuando los de Annual trataron de salir con otro convoy, que fue parado inmediatamente por la gran superioridad de los rifeños.

El comandante Benítez ordenó al teniente D. Ovidio Rodríguez que enterrara a los muertos fuera de la posición, porque dentro de la misma el terreno era de roca. El teniente procedió a ello, pero nada más salir de la alambrada su sección es objeto de un violento fuego que le ocasionó dos bajas. Se le ordenó retirarse sobre la posición, pero a pesar de ello consiguió enterrar el cadáver del sargento Antón y reparar la alambrada del sector norte.

El teniente D. Luis Casado Escudero y el soldado Julián Muñoz Contiñán fueron felicitados por el comandante Benítez frente a su compañía, por el valor y pericia demostrados al recoger a un soldado de Regulares del convoy del día anterior, con su fusil y su munición, que el día anterior había quedado malherido frente a la posición.

Ese día los defensores de Igueriben sufrieron 3 muertos y 4 heridos de tropa. Fue herido también el teniente D. Julián Sierra Serrano, que tuvo que dejar el mando de su sección.

Tercer día de asedio, 19 de julio de 1921:             

Al anochecer el ataque rifeños se intensificó sobre Igueriben, llegando hasta las alambradas y arrojando granadas de mano. Los de Igueriben emplearon los 50 granadas que los quedaban de dotacion para repeler el ataque, y tuvieron que concentrar los fuegos de los cañones sobre la entrada de la posición, pues hasta ella habían llegado los atacantes. El comandante Benítez se distinguió aquella noche, pues estuvo en todos los frentes dirigiendo la defensa y animando y arengando a sus tropas en todo momento. Esa noche murieron 4 de los seis policías y un cabo que había en la posición, defendiendo la cocina del campamento.

A las 04:00 horas el comandante Benítez solicitó auxilio urgente. En el campamento de Annual se organizaron tres columnas a toda prisa:

  • Comandante Alfaro, al mando de dos compañías de fusiles y un escuadrón de Regulares. Misión: ocupar las alturas del norte y sobre la derecha del camino que conducía a Annual.

  • Tte coronel Nuñez de Prado, al mando de dos compañías de fusiles, una de ametralladoras y un escuadrón de Regulares, al mando del teniente von Lindeman. Misión: introducir el convoy de abastecimiento en Igueriben.

  • Comandante Romero López, al mando de tres compañías de fusiles y una batería, que actuaría como reserva.

Dada la orden de avance, la columna del comandante Alfaro ocupó sus objetivos sin resistencia, pero la del teniente coronel Nuñez del Prado quedó detenida rodeada por numerosos enemigos. El teniente coronel envió al teniente von Lindeman para informar de la imposibilidad del avance, pero regreso al poco tiempo con la orden de resistir sobre el terreno. El teniente coronel envió al capitán D. Carlos Zappino y Zappino de nuevo al campamento con el mismo mensaje, pero el coronel le despachó de regreso reiterando su orden. El capitán Zappino no llegó a su puesto, pues fué muerto en el camino de vuelta.

El acoso enemigo llegó hasta el propio campamento de Annual y amenazó con cortar la retirada de las tres columnas. Estas tuvieron que replegarse por escalones hasta Annual. En la última fase del repliegue fueron apoyados por siete compañías del Regimiento de San Fernando y una compañía de ingenieros que fueron enviadas desde las posiciones de Izzumar y Dar Drius.

Las bajas españolas en este combate ascendieron a 88: 14 muertos y 74 heridos. Entre los muertos se encontraron el capitán Zappino y el teniente D. Francisco Nuevo Soriano.

A las 14:00 horas el coronel de caballería D. Francisco Javier Manella Corrales llegó a Annual y se hizo cargo del mando de la circusncripción de manos del coronel de artillería Argüelles.

A las 16:00 horas el coronel Manella organizó un nuevo intento: el capitán Rosal, al mando de su compañía de Regulares y apoyado por otras tres compañías de Regulares, trató de subir hasta la posición llevando tres cantimploras por hombre. El avance fue apoyado por tropas peninsulares del Regimiento de África desplegados a su derecha. Pero tras una extenuante marcha bajo continuo fuego enemigo, fatigados e impotentes, los soldados de Regulares se ven obligados a retroceder.

Mientras tanto, los defensores de Igueriben comenzaron a sufrir las torturas de la sed, llegando a beber tinta, agua de colonia y hasta sus propios orines. El enemigo seguía haciendo fuego de fusilería sobre la posición. Un cañón enemigo emplazado a unos 1.300 metros destrozó parte del parapeto norte y cuatro cajas de municiones. Por su parte, la batería de Igueriben casi había agotado sus municiones.

En un momento dado se recibió en la posición el siguiente telegrama: 

"El Mando felicita a los heroicos defensores, alentándoles a seguir manteniendo la resistencia con ese admirable espíritu de sacrificio, que es la admiración y orgullo de sus hermanos de armas. Ya se hallan concentradas en Annual numerosas fuerzas que han de convoyar los socorros de que tan necesitados está esa posición. Y tropas frescas para relevar a los heroicos defensores de Igueriben, que tan ganado tienen el descanso. La Patria, atenta a vuestro gallardo gesto, sabrá recompensar vuestros sacrificios."

Cuarto día de asedio, 20 de julio de 1921:

Por la noche los rifeños reanudan los ataques, utilizando de nuevo granadas de mano. Trataban de apoderarse de los cadáveres de sus compañeros que estaban muertos en la alambrada y en la zona de la batería, que por permanecer muda creían indefensa. Hubo que enviar a este sector una sección del Ceriñola al mando del alférez Villanova, quienes ocasionaron numerosas bajas al enemigo.

La situación llegó a ser tan apurada esa noche que se solicitó a Annual que rodeara la posición con fuego de artillería para evitar los reiterados asaltos enemigos, cosa que hicieron los artilleros de Annual con precisión matemática. El ataque remitió algo a primeras horas del día, pudiendo darse descanso a las tropas, pero sin abandonar el parapeto.

El general Navarro llegó por la mañana a Annual con refuerzos de Policía Indígena. Al ponerse al corriente de la situación comunicó al general Silvestre que la situación en Annual era bastante delicada y que no realizaría ese día ningún intento de romper el cerco, dado el escaso espíritu de lucha que había encontrado en las tropas.

Por su parte, los defensores de Igueriben continuaban resistiendo. Aumentaban las bajas en número considerable, tanto de heridos como de agotamiento, y las ametralladoras comenzaron a fallar por falta de refrigeración y averías mecánicas. Un proyectil de artillería cayó en la enfermería, matando a una treintena de heridos que allí se alojaban. Tan solo quedaban un centenar de defensores en condiciones de luchar, cuyo número apenas era suficiente para cubrir el parapeto, en el cual también se hallaban los heridos y los oficiales.

Nuevamente sufren otro ataque por la noche, desde Annual se les pide un último esfuerzo, prometiéndoles que al día siguiente se hará un nuevo intento por llegar hasta la posición con socorro.

El general Silvestre pasó el día en Melilla tratando de reunir soldados para mandar a Annual, y a solicitar al Alto Comisario el envío de barcos y aviones.

Quinto día de asedio, 21 de julio de 1921:             

De madrugada el general Silvestre partió de Melilla hacia Annual. Le seguían todos los soldados que había podido reunir de las diferentes unidades de la capital: centinelas, oficinistas, rancheros, albañiles, carpinteros, etc, cuya capacidad de combate dejaba mucho que desear.

Mientras tanto, en Annual el general Navarro había preparado una nueva operación para socorrer Igueriben. Formó a unos 3.000 hombres en dos columnas:

  • Coronel Morales, al mando de toda la Policía Indígena y las harkas amigas, más 4 compañías de fusiles peninsulares. Su objetivo era alcanzar la Loma de los Árboles, expulsar de ella al enemigo y proteger el convoy de aprovisionamiento.

  • Coronel Manella, al mando de todos los Regulares y tropas peninsulares disponibles. Debía alcanzar las alturas dominantes de la izquierda y proteger el convoy de aprovisionamiento.

La operación comenzó al despuntar el día con una fuerte preparación artillera. Se da la orden de avance y pronto se puso de manifiesto que el espíritu combativo de los soldados dejaba mucho que desear. La tropa estaba desmoralizada. Los coroneles Morales y Manella tuvieron que retroceder.

A las 12:30 horas el general Silvestre se presentó en Annual justo a tiempo para presenciar el fracaso del general Navarro. Al darse cuenta de la retirada de las tropas, el comandante Benítez envía un telegrama, reprochando que les abandonen a su suerte. Aunque Silvestre quiere volver a atacar, sus ayudantes le hacen recapacitar y aconsejan que de permiso a Benítez, para parlamentar su rendición con el enemigo.  

El comandante Benítez , responde que "los oficiales y soldados de Igueriben, mueren, pero no se rinden". 

A las 16:00 horas las avanzadillas españolas más próximas a Igueriben, situadas a unos 500 metros, comenzaron a replegarse. Al verlo, el comandante Benítez reunió a sus oficiales y les anunció su decisión de abandonar la posición y de sacrificar sus vidas para salvar la de sus hombres. Previamente había enviado un heliograma al general Silvestre escrito en estos términos: 

"Nunca esperé recibir de V.E. orden de evacuar esta posición, pero cumpliendo lo que en ella me ordena, en este momento, y como la tropa nada tiene que ver con los errores cometidos por el Mando, dispongo que empieze la retirada, cubriéndola y protegiéndola debidamente, pues la oficialidad que integra esta posición, conscientes de su deber, sabremos morir como mueren los oficiales españoles.".

El comandante Benítez formó una columna en un desesperado intento de salvar a los pocos hombres que pudieran hacerlo:

  • Vanguardia: al mando del capitán  Arturo Bulnes.
  • Flanco izquierdo: al mando del teniente Alfonso Galán Arrabal.
  • Flanco derecho: al mando del teniente  Luis Casado Escudero.
  • Grueso, con los heridos y enfermos, al mando del propio comandante Benítez.
  • Retaguardia: al mando del capitán Federico Paz Orduña

El resto de los oficiales se repartieron entre las columnas. El comandante Benítez distribuyó las municiones (20 cartuchos por cabeza) y 15.000 pesetas de la caja de las compañías, "con el encargo de reintegrarlas en el regimiento si se abren camino.". A continuación quemaron las tiendas e inutilizaron el material.

Se transmitió el último mensaje a Annual: 

"Solo quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlos, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos revueltos en la posición."

El comandante da la orden de iniciar la salida. Al momento la mitad de la sección de vanguardia cayó en la puerta de la posición, atacada por los riñefos que irrumpían en masa en la posición. Pero los supervivientes no se replegaron, sino que se lanzaron a la bayoneta pendiente abajo para unirse a los españoles que se retiraban. Los que quedaban en la posición les siguió en carrera desesperada. Los oficiales se quedaron atrás sobre los sacos terreros, fusil al hombro, disparando sobre los rifeños para proteger la huida de sus hombres. Todos ellos resultaron muertos, menos el teniente Casado que, herido, fue dado por muerto en la confusión del asalto final, y hecho prisionero posteriormente junto a un soldado.

El comandante Benítez murió al frente de sus hombres, a los cuales nunca abandonó. Recibió un disparo que le hizo caer al suelo, pero se rehizo inmediatamente conservando su admirable serenidad, continuó luchando, hasta que un nuevo disparo en su corazón le hizo caer muerto.

De los fugados llegaron vivos a Annual el sargento Dávila y unos 14 soldados. Otras fuentes dicen que se salvaron 36 en total. El artillero Antonio Andreu Modol estaba entre los supervivientes. Cuatro murieron en Annual tras atracarse de agua, tras cinco días casi sin ingerir líquido alguno.

Conclusiones:

No hay cómputo oficial de las bajas de Igueriben, pero se estima que murieron 320 de los 354 hombres que componían la posición.

Todos los oficiales de Igueriben, menos el teniente Casado, murieron defendiendo la posición:

  • Al Comandante Julio Benítez Benítez, del 2º Batallón del Regimiento de Ceriñola num. 42. Por su valor y pericia al mando de la posición se le concedió la Laureada.
  • Capitán Arturo Bulnes Martín, de la 2ª Compañía del 1er. Batallón del Regimiento de Ceriñola núm. 42.
  • Capitán Federico Paz Orduña, de la 1ª Batería Ligera del Regimiento Mixto de Artillería. Por su valor se le concedió la Laureada.
  • Teniente D. Justo Sierra Serrano, de la 2ª Compañía del 1er. Batallón del Regimiento de Ceriñola núm. 42.
  • Teniente D. Manuel Castro Muñoz, de la 4ª Compañía del 3er. Batallón de Regimiento de Ceriñola núm. 42.
  • Teniente D. Ovidio Rodríguez, de la 4ª Compañía del 3er. Batallón del Regimiento de Ceriñola núm. 42.
  • Alférez D. Rafael Villanova Hopper, de la 4ª Compañía del 3er. Batallón del Regimiento de Ceriñola núm. 42.
  • Teniente D. Alfonso Galán Arraba, de la Compañía de Ametralladoras de Posición.
  • Teniente Ernesto Nougués Barrera, del Parque Móvil de la Comandancia de Artillería.
  • Teniente D. Julio Bustamante y Vives, de la 1ª Batería Ligera del Regimiento Mixto de Artillería.
  • Alférez D. Enrique Ruiz Osuna, de Intendencia.

El teniente Casado fue hecho prisionero. Pasó en cautividad dieciocho meses junto con el resto de prisioneros tomados por los rifeños durante los días del Desastre de Annual. Una vez liberado, el teniente redactó parte escrito de la defensa y caída de la posición de Igueriben, gracias a la que conocemos gran parte de lo allí acaecido. El número de las bajas rifeñas durante los diversos asaltos a la posición, se desconocen, ya que no pudieron ser cuantificados, aunque se consideran que fueron numerosas.

Recomendar a aquellos que estén interesados en el tema, visiten la páginas de Ferrer Dalmau, magnífico pintor, que realizó el lienzo "Las levas heroicas de Igueriben", donde refleja el momento de la entrada en el campamento del último avituallamiento que llegó hasta el campamento. En su mayoría, los soldados que formaban esa columna, eran "soldados de reemplazo", es decir, aquellos que estaban realizando su servicio militar obligatorio, no eran soldados profesionales. Aún así, hicieron todo lo posible, por llevar socorro y ayuda a sus compañeros asediados.

 



Comentar, que Baraka GM, ha diseñado dos blister que hacen referencia a este hecho, cada uno está formado por un mulero y una mula cargada con provisiones, próximamente estarán a la venta. Os dejo un detalle de las mismas, para ir abriendo boca. Por mi parte, me haré con un par de blíster, ya que tengo muchas ganas de meterles mano.






Buena caza y largas lunas



4 comments:

  1. Lovely looking miniatures!
    Best regards

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    1. Thank you very much, I continue to make the project grow and I really want to finish it and be able to release them on the table.

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  2. Es que es todo. Las minis (obviamente), el relato, el Ferrer-Dalmau... ¡todo! Es un proyecto interesantísimo, de verdad

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    1. Personalmente me atrajo del proyecto precisamente el período que trataba. Por lo desconocido y lo dramático del mismo. Al final, en su mayoría los pobres soldados que había allí, eran quintos, simples reclutas, que no pudieron pagar el dinero necesario, para librarse de un destino, al que nadie quería ir. Leer sobre todo ello, me ayudó a entender la problemática social del momento y comenzar a entrever los mimbres que empezaron a tomar forma y desembocaron en la GCE.

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