Con la cercanía del final de año, la parte rifeña del proyecto Guerra del Rif, está cerca de terminarse. En esta ocasión, añado a las filas rifeñas, una nueva escuadra a pie. Sinceramente a día de hoy, ya tengo una fuerza suficiente como para poder jugar partidas a mil puntos, que es una cantidad de puntos bastante reseñable e ideal para partidas grandes.
Con esa cantidad de puntos, puedo jugar una lista con 4 escuadras de rifeños a pie, un refuerzo de caballería rifeña y añadir armas de apoyo como una MMG o un cañón Schneider. Respecto a la composición de la misma será como las anteriores que he ido enseñando, estará compuesta por siete rifeños con rifles, un rifeño con una granada, (una vez lanzada, se elimina de la hoja de equipo y actuará como un fusilero normal), e irá liderada por un cabo de escuadra.
Avanzando en la narración de la historia, en ese momento todo el Rif está en pie de guerra. Muchas de las posiciones españolas han sido arrolladas, la mayoría de ellas, con todos sus defensores muertos en el transcurso. En manos españolas quedan Monte Arruit, Nador, Melilla y Zeluan.
Navarro por su parte junto a su columna continua su retirada y llega por fin a Monte Arruit. Ese último tramo de la marcha se realizada bajo un fuerte hostigamiento en todos los frentes, cada metro ganado es a costa de la pérdida de hombres. La retaguardia sufre fuertes asaltos, que son repelidos gracias al buen hacer de los capitanes Aguirre y Arenas, que mantienen una férrea disciplina entre sus hombres y pueden hacer frente a los mismos. La columna llegará a Monte Arruit el 29 de julio.
El general Berenguer en Melilla, ya dispone de 4.000 hombres llegados de Ceuta y la península, aunque carece de aviones, al ser incendiados los seis de los que disponía en el aeródromo de Zeluan.
Han transcurrido siete días desde que se iniciase la retirada de Annual, hasta que los hombres llegan a Monte Arruit. Dentro de sus muros se agolpan unos 3.000 hombres, entre ellos, numerosos heridos de distinta consideración., a lo que hay que añadir la dificultad para alimentar a una tropa tan numerosa y los problemas para hacer una aguada tan numerosa. El campamento amurallado pronto es cercado por los enemigos y comienza a ser cañoneado con las piezas que los rifeños habían arrebatado a los españoles durante su retirada.
En Melilla, el número de hombres que dispone Berenguer, supera a las disponibles por Silvestre hace una semana. Y aunque empiezan a trazarse planes para acudir en socorro de Monte Arruit, incluida la posibilidad de realizar una operación anfibia, desembarcando una división de 10.000 hombres en la zona de La Restinga y desde ahí realizar un rápido avance sobre Monte Arruit. Pero faltan medios tácticos para realizar un plan de esa envergadura. Se propone entonces avanzar en tres columnas en dirección a Zeluan y desde ahí, acudir a Monte Arruit, recorrer 70 km de ida y vuelta, contando con la fuerte resistencia de las fuerzas rifeñas, pero Berenguer decide no ejecutarlo en el último momento, pensando que dividir sus fuerzas en tres columnas, puede provocar que las fuerzas rifeñas, mucho más móviles que las suyas, puedan realizar rápidas concentraciones de tropa y derrotarlas una a una enfrentando tropas más numerosas cada vez a cada una de las columnas, aprovechando que el monte Gurugú está en manos rifeñas y puedan utilizarlo para rodear por la espalda a esas tropas y cortar el camino de regreso.
Mientras tanto, se decide abastecer por aire Monte Arruit, con los escasos medios aéreos que empiezan a llegar. Se llevan sobre todo municiones y barras de hielo, que se pueden lanzar y aunque al caer, se hace añicos, los trozos son recogidos por los soldados españoles y cuando se derriten, pueden beberse. Como es obvio, esos suministros, son claramente insuficientes, aunque se realizan más que nada, en un intento de mantener la moral de las tropas cercadas. Por su parte Berenguer solicita al ministro de guerra el envío de la marina, para socorrer a las tropas cercadas, cañoneando las posiciones cercanas a Monte Arruit, Zeluan y Nador en manos rifeñas, pero el misnistro de marina desestima la petición por poco práctica.
En Nador, un teniente coronel de la Guardia Civil, Pardo Agudín, está al frente de su defensa, junto a sus hombres y todos los soldados que han llegado hasta allí en las funestas jornadas precedentes, organiza la defensa de la ciudad. Se hacen fuertes en la fábrica de Harinas, acumulando muchos víveres, agua y municiones, aunque poco a poco éstas se van agotando. El 2 de agosto, con las municiones ya agotadas, el coronel solicita parlamento con las tropas rifeñas y se rinden bajo juramente de respetar la vida de todos los militares y civiles que se encuentran guarecidos con ellos. El parlamento se solicita cuando hay casi 50 bajas entre los defensores, el lugar está arrasado por los disparos de artillería y como mencionamos con anterioridad, casi no quedaba munición. Esa decisión se toma, tras ver que desde Melilla, que se encuentra situada a 15 kilómetros, no llegan tropas de refuerzo, por más que se han pedido, avisando de la difícil situación en que se encontraban. En reconocimiento a su valor, el líder rifeño solicita a los defensores que antes de salir, deben entregar sus armas largas, aunque les permite conservar las pistolas reglamentarias a los guardias civiles, como muestra de respeto.
Los rifeños, por encontrarse cerca de territorio español y temiendo posibles represalias si son capturados, hacen honor a su palabra y pueden llegar hasta Melilla sin contratiempos. Aquellos días de tenaz resistencia en Nador, que los rifeños deben invertir en el intento de la toma de fábrica de Harinas, permite dar un respiro a la sitiada Melilla y que ésta se vea reforzada con la llegada de cada vez más tropas de auxilio procedentes de la península. Mención especial al teniente Fresno de la Guardia Civil, que será quien se encargue de la defensa efectiva de aquella posición.
Una vez que Nador ha caído, Zeluan y Monte Arruit están sentenciados. Nos encontramos en el 4 de agosto, tras 12 de días de asedio, Zeluan se encuentra al límite, sobre todo tras enterarse de la rendición de Nador. El capitán Carrasco y el teniente Fernández dirigen la defensa de esa plaza, organizada en dos puntos estratégicos de la ciudad, la defensa del aeródromo y la alcazaba de El Roghi. El aeródromo, defendido por 30 hombres, la mitad de ellos pertenecientes al diezmado regimiento de Alcántara, comnadados todos ellos por el Teniente Manuel Martínez Vivancos. Cuando la mitad de sus hombres están muertos y casi sin munición, aceptan parlamentar, pero en el último momento, los rifeños traicionan la palabra dada y comienzan a masacrar a los hombres ya desarmados. Algunos soldados españoles, entre ellos el teniente Vivancos, pueden zafarse de la masacre y huir con vida.
La situación en la Alcazaba no es mejor, casi sin víveres, ni agua, los 400 defensores y varias mujeres y niños de la policía indígena que se han refugiado con ellos, están al límite. Has perdido una cuarta parte de los defensores y reciben el permiso de Melilla para entablar negociaciones, dado que de momento se descarta mandar una columna de socorro. El capitán Carrasco y el teniente Fernández, desconocedores de la traición acaecida en el aeródromo aceptan rendirse y entregar las armas. Todos los defensores y civiles, un total de 500 personas, incluídas mujeres y niños, serán torturados y mutilados: algunos serán descuartizados, otros eviscerados, la mayoría quemados vivos. Este horror será descubierto por los españoles cuando comience la reconquista del territorio, encendiendo los ánimos de los españoles y será utilizado como excusa para los futuros desmanes que cometerán algunas tropas españolas, clamando venganza.
Tan sólo quedan en poder de los españoles Melilla y Monte Arruit.
Buena caza y largas lunas.
El relato es espeluznante, pero las minis te han quedado soberbias, como todo lo demás de este proyecto. Fantástico todo.
ReplyDeleteMuchas gracias, reconozco que esta tanda de miniaturas me pilló con la cabeza en otro sitio. Tengo muchas ganas de empezar con los legionarios y estoy haciendo las primeras pruebas de color.
DeleteEn cuanto al relato, es verdad que se trataron de hechos espeluznantes. Sin ánimo de excusar ninguno de esos actos, creo que hay que reseñar dos aspectos importantes:
1- Para los rifeños, dar la palabra a un infiel, no implicaba necesariamente cumplirla. Pues estaba aceptado por sus líderes religiosos, que podía faltarse a ella al tratarse de infieles.
2- La región del Rif, era extremadamente pobre y para ellos, la meta posibilidad de capturar varios cientos o miles de prisioneros y mantenerlos, hasta poder canjearlos, era absolutamente inviable. No podían alimentar a sus familias adecuadamente, mucho menos iban a dedicar recursos a unos enemigos capturados. Se libraron en general algunos manos, por ser los que tenían posibilidad de abonar futuros rescates.
Como digo, no busco justificación, pero sí, que pueda verse el punto de vista rifeño ante tales hechos.