Monday, May 24, 2021

Continúa la Cacería Salvaje, los pastores de Garrapatos azuzan la marea enloquecida.

Después de haber pasado las últimas semanas pintando en serie los garrapatos mordedores que tenía que pintar, tocaba dar paso a los pastores que van a dirigir los rebaños hacia el enemigo. Puedo aseguraros que he llegado a odiar la mini del pastor de garrapatos que porta atado a un palo una seta, como si estuviera tratando de incitar a los garrapatos que corran detrás de ella. Se me partió dos veces la cuerda, la primera de ellas, pude sustituir directamentela pieza, ya que aún no la había pegado al cuerpo del pastor, pero la segunda vez, me pasó cuando casi había terminado de pintar la miniatura. Así que me tocó tirar de paciencia y pegar de nuevo la seta al palo como buenamente pude. Con la manía que he pillado a esa mini, me da que será la última mini que trataré de poner en mesa. 

En este caso y dado que usé un par de minis de esta caja para meterlas como músicos de algunos de mis regimientos de lanceros goblins, tuve que meter dos goblins para hacer de pastores de garraptos. Una de las minis elegidas ha sido un músico con gong de las cajas multicomponentes, la elección en ese sentido era obvia, algo que hiciese ruido y lanzara hacia delante el rebaño de bestias. Para la otra mini, tuve suerte, ya que hace unos meses me hice con una segunda remesa de goblins de la caja “El Paso de la Calavera”, esa remesa incluía el héroe Goblin que está sujetando un pequeño garrapato, así que creo que se adapta muy bien al trasfondo de la unidad y por eso decidí usarla.

“Después de la lluvia de proyectiles que habían sufrido las aún nutridas filas del Colmillo Roto durante largas horas, la horda de pielesverdes, se quedó conmocionada una vez que logró acabar con los defensores que tanto daño les había inflingido. Ni uno sólo de aquellos Stormcast había sobrevivido a la salvaje venganza que protagonizaron los goblins, acabaron con ellos en un frenesí de lanzazos, cuchilladas y dentelladas de los feroces garrapatos.

Las desquiciadas bestias, aún estaban absolutamente enloquecidas y fuera de sí, al salvajismo natural en ellas, se unía el fragor del combate, el olor a sangre que todo lo impregnaba, la enorme cantidad de cuerpos goblins caídos… . Por el contrario, no había restos de los Stormcast caídos, ya que cada vez que uno de ellos era abatido, desaparecían envueltos en un cegador rayo de luz, ni cuerpo ni armadura quedaban sobre el campo de batalla. Todo aquello provocaba que la situación fuese aún más desconcertante, era como si una guadaña invisible, hubiera acabado con los caídos y tal como llegó, hubiera desaparecido.

-        Maldita zea, ezpabilaz, rataz zarnozaz, hay que ponerze en mazcha antes de que ze escapen aún máz loz Ztozmcozaz-, se puso a gritar Morg .

-          No podemos ponezloz en mazcha mi Zeñó -, respondió con voz gritona uno de los capitanes.

Morg, desde su privilegiada posición encima de su carro, pudo comprobar el caos en el que estaban sumidas las filas de los regimientos. Llenándose los pulmones ladró ordenes:

-        Que los múzicoz llamen a filaz, que los abanderadoz agiten zuz eztandartez, todos a zuz regimientoz…

Poco a poco y no sin reticencias ni reniegos, cada uno comenzó a agruparse en torno al estandarte de su regimiento. Algunos regimientos habían quedado tan mermados, que apenas quedaba un puñado de supervivientes, tanto era así, que él, sabio como pocos entre los suyos, ordenó a su propio abanderado que se descalzara. – Trez, cuatro, zinco, zeiz, ziete, ocho, nueve, diez, onze muchachoz quedan en eze…-, maldita zea, quedan tan pocoz, que me zobran dedoz de tuz manos y piez para contarloz…

Miró a su alrededor, buscando alguien a quien encasquetarle la tediosa tarea de reorganizar aquellos maltrechos regimientos, su  mirada se fijó de golpe en un corro de goblins en el que se estaban increpando los unos a los otros. Aquellos eran los capitanes y subalternos supervivientes de los regimientos, peleando por ver quien asumía el mando de este o aquel regimiento que había quedado sin capitán. Todos querían recomponer sus filas a costa de los demás. 

Con un cansado suspiro de resignación, Morg bajó de su carro. Aquello no sólo atrajo las miradas de hasta el último goblin del campo de batalla, los músicos dejaron de llamar a filas, los abanderados, congelaron en el aire el movimientos de los estandartes, incluso la inminente pelea que estaba a punto de estallar entre los capitanes, paró en seco. Pocas veces se veía andar por propia voluntad a Morg, cuando eso sucedía, algo importante estaba a punto de suceder. Poco a poco se acercó hasta el corrillo de capitanes, con su poderosa hacha a dos manos apoyada en su hombro, se detuvo en seco, a varios metros de ellos, les clavó una mirada penetrante a cada uno de ellos, hasta que les obligó a todos ellos a bajarla. Aún así, permaneció quieto, sin moverse ni un milímetro, forzando que fueran ellos los que llegaran hasta él.

A Morg poco le importaban las luchas de poder de aquellos advenedizos, él lo único que quería era terminar su trabajo, para ello tenía que alcanzar primero a los fugitivos, así que con secas órdenes y apresurados gestos, comenzó a fusionar unos regimientos supervivientes con otros. Cuando terminó de impartir aquellas órdenes, se volvió de nuevo hacia los nuevos regimientos que comenzaban a formarse. Pidió a su abanderado que se descalzara y se puso a contar señalando los dedos que le mostraba. Luego se volvió hacia sus capitanes y pudo comprobar que tenía tres capitanes de sobra, algo de lo que ellos, aún parecía que no se habían percatado. Se volvió de nuevo hacia los regimientos de lanceros y durante unos instantes que parecieron hacerse eternos, pensó cual sería la mejor forma de solucionar todo aquel embrollo.

Se giró a la velocidad del rayo, algo absolutamente sorprendente para un cuerpo tan grueso como el suyo y de un único barrido, cercenó las cabezas de los cuatro goblins más cercanos a él. Aquel gesto, solucionaba su problema y de paso mandaba un mensaje claro al resto de lanceros de los regimientos, siempre alguien tenía que asumir la culpa por los fracasos, Morg no lo iba a hacer, así que mejor no fallarle, o los próximos en menguar una cabeza de altura de golpe, podían ser cualquiera de ellos.

-         Maldita zea, eze último eztupido eztaba demasiado zerca, ahora me tocará buzcaz un capitán para el que ze ha quedado zin capitán… 

Pero ese problema lo resolvería más tarde, pues mandó llamar a sus capitanes de manadas de jinetes lobo, de garrapatos saltarines y los pastores de garrapatos, que eran los que menos habían sufrido, pues no se lanzaron contra las filas de sus enemigos en un ataque suicida hasta el final. A él aún le quedaba un buena rato mientras achuchaba a aquellos regimientos de nuevo a la lucha, mucho era el terreno que habían ganado de ventaja los Ztormcozaz y estaba seguro, que sin la motivación adecuada, no lograría que aquellos desmoralizados goblins, corrieran tras el enemigo. Así que mientras ordenaba a los capitanes de su caballería, que se lanzaran  en persecución de sus enemigos e hicieran todo lo posible por retenerles o retrasarles, mientras él llegaba con los regimientos de lanceros.

El sonido de gaitas, platillos y gongs comenzó a poner en marcha a los primeros regimientos de pastores de garrapatos, que achuchaban a sus bestias tras la estela de sus enemigos”.

Espero que os hay gustado la entrada.

Buena caza y largas lunas. 



1 comment:

  1. Jo, tío, es que me encantan. Si ya las minis de por sí tienen personalidad, tú se la has acentuado con esos colores. De verdad que me parecen una pasada :D

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